Ver películas ambientadas hace 50 o 60 años es entretenido por varias razones. Entre ellas, la cantidad de espacios en los que fuman los personajes: dentro de elevadores, en hospitales e incluso en aviones. Sin embargo, desde hace casi dos décadas, ya no se puede fumar en el aire, como bien recuerdan los múltiples letreros en los asientos y en el baño, a pesar de que en muchos aviones todavía se pueden ver ceniceros.
¿La razón? En caso de que una persona muy terca o muy despistada se suba a un avión y encienda un cigarro, es necesario contar con un espacio para apagarlo de forma segura. El Código Federal en Estados Unidos indica que, aunque no esté permitido fumar, es obligatorio que los aviones cuenten con al menos un cenicero en la puerta de todos los baños. Además, agrega que cualquier cenicero roto o inservible debe ser reemplazado en un máximo de tres días.
Quienes trabajan en aerolíneas afirman que sí, todavía existen personas que intentan evadir las reglas, pero que no utilizan el cenicero, sino que son tan buenas escondiendo su cigarro prendido que con frecuencia es imposible identificarlos, aunque el aire huela a nicotina.
Sin embargo, el miedo a que un solo cigarro apagado de forma incorrecta cause un incendio no es infundado y tiene un precedente. En 1973, durante un vuelo de Río de Janeiro a París, alguien arrojó una colilla a un bote de basura, donde se prendió en fuego y llenó la cabina de humo. El piloto tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia y por desgracia fallecieron 123 pasajeros.
Así que ya sabes, hay una buena razón por la que todavía encontramos ceniceros en los aviones, pero el escenario ideal es no tener que usarlos nunca.