Ir al baño en un avión no es lo más cómodo del mundo, pero a veces es inevitable, sobre todo en vuelos largos. Por un lado, la hidratación es algo súper importante en los aviones, porque su ambiente es muy seco y tomar agua ayuda a minimizar el jet lag, pero por otro, mantenernos hidratados significa que inevitablemente tendremos que hacer al menos una parada en el baño y poner a prueba nuestra flexibilidad. Estas son las técnicas que recomendamos para hacerlo:

Foto por Suhyeon Choi en Unsplash

La aburrida
El asiento de la ventanilla puede ser el más cómodo para dormir y el mejor para apreciar las nubes y las montañas, pero no lo es cuando necesitas usar el baño, porque tienes que molestar (o despertar) a no una sino dos personas. Si piensas tomar mucha agua, resígnate a que no podrás tomar fotos pa’l Instagram desde tu asiento.

La respetuosa
OK, elegiste el lugar de la ventana aunque te dijimos que no lo hicieras, y ahora tu vejiga (o peor: tus intestinos) exige una vista al baño. Para evitarle a tus vecinos múltiples interrupciones, conviértete en un espía y quédate muy atento de lo que hace quien esté en medio. Apenas se pare, hazlo tú también. Tal vez le parecerá un poco raro que sus necesidades fisiológicas estén tan sincronizadas con las tuyas, pero te habrás ahorrado ser tú el que pregunte “¿me das permiso, por favor?”.

La ninja
Todo está oscuro, el avión está tranquilo y tu vecino duerme como un angelito. No puedes soportar la idea de despertarlo pero no puedes esperar ni un segundo más. Es hora de ser un ninja: prende la luz de tu asiento para que puedas ver, usa tu respaldo como ayuda y muy lentamente mueve tus piernas para llegar al pasillo. Si alguien se despierta pero tú eres muy silencioso, tal vez se duerma de nuevo enseguida. Respecto a si salir de cara o de espaldas al vecino, es un tema polémico: ¿tú por cuál te decides?

La zen
El cuerpo no importa, eres una mente sin necesidades. Un ser trascendental que no requiere de cosas banales como un baño. Repite este mantra cuantas veces lo necesites, baja una playlist de meditación y limita tu consumo de líquidos (porque un maestro zen como tú no se deshidrata). Cuando llegues a tu destino, podrás retomar tus rituales terrenales y visitar el baño más cercano.