El pasado viernes despegó, por primera vez, el vuelo comercial más largo del mundo, a cargo de la aerolínea Qantas. Todavía se encuentra en su fase de pruebas, pero muy pronto planea cubrir la ruta de Nueva York a Sídney sin ninguna escala.

Foto por Fezbot2000 en Unsplash

El avión —un Boeing 787— tiene capacidad para solamente 50 personas, incluyendo a la tripulación, esto para poder ahorrar combustible con el bajo peso y poder extender el alcance del tiempo de vuelo, que dura un poco más de 19 horas.

Este periodo de pruebas tiene como fin investigar qué protocolos tienen que seguir para minimizar los efectos del desfase horario tanto en el personal como en los viajeros. La idea es lograr «engañar» los sentidos de los pasajeros de alguna manera, para que sus cuerpos crean que ya están en Sídney.

¿Cómo lograrán esto? A través de los periodos de descanso y trabajo. Aunque el avión despegó a medianoche, trataron a los pasajeros como si fuera de día, con las luces de cabina prendidas con toda intensidad durante las primeras seis horas.

También utilizaron alimentos especiados para mantener a los pasajeros despiertos. Conforme se fue acercando la noche en Australia, bajaron la intensidad de luces y cambiaron los alimentos por carbohidratos para alentar el sueño. Es la primera aerolínea que monitorea de esta manera el descanso de sus pasajeros para ofrecer un mejor servicio.

Durante los siguientes meses habrá más vuelos de prueba, aunque se piensa que la ruta estará abierta al público hasta 2022.