Los bebés y los viajes no parecen ser compatibles: nadie nunca ha dicho que los menores de dos años son buenos esperando, manejando imprevistos o permaneciendo sentados. Sin embargo, sí es posible enseñar a los más pequeños de la familia a ser buenos viajeros desde el inicio. Checa nuestras recomendaciones.

Foto por Dakota Corbin en Unsplash

 
Planea lo más posible
Ahórrate situaciones inesperadas e investiga por internet acerca de tu vuelo y tu destino. Así puedes saber qué te ofrece la aerolínea, qué actividades son amigables para niños, ver si tu hotel cuenta con cunas, etcétera. Esto también aplica para tu equipaje. Prepara con anticipación la bolsa del bebé, porque no hay nada peor que estar en un avión y descubrir que no hay suficientes pañales o que el peluche favorito se quedó en casa.
Elige bien tus vuelos
De ser posible, empieza tu vuelo (o tu road trip) más o menos a la hora en la que tu hijo toma la siesta o se duerme. Mantener esta rutina y respetar el ciclo circadiano puede hacer las cosas mucho más fáciles para todos. En cuanto a gadgets se refiere, existen desde almohadas especiales para el avión que simulan el efecto de una cama hasta hamacas que puedes colgar de la mesita, así podrán ir más cómodos y alargar sus horas de sueño.
La tecnología es tu amiga
Sabemos que intentas que el bebé no esté pegado a las pantallas todo el día, pero un viaje es una situación excepcional. Además de libros para colorear, estampas y demás juguetes con los que se suele entretener, llevar una tableta con juegos, música y caricaturas es una gran opción, solo asegúrate de tener la batería a tope. Por si las dudas, lleva también un cargador portátil.
Ten comida siempre a la mano
Todos sufrimos cuando se nos tapan los oídos en el avión, pero más los bebés que no saben cómo evitarlo. Un gran tip es alimentarlos tanto en el despegue como en el aterrizaje. En general, tener comida a la mano tanto en el viaje como en tu destino te ahorrará berrinches.
Empaca nueces, galletas, frutas. Cualquier cosa que sea fácil de comer, no manche (mucho) y no tenga demasiada azúcar procesada, porque lo que menos necesitas es un niño con energía que no pueda echarse a correr ni tenga espacio para jugar.
Hagas lo que hagas, es posible que tu bebé llore o se impaciente. No te desesperes y recuerda que los momentos de incomodidad siempre acaban y que estás creando hermosos recuerdos en tu viaje.