Bellas, artísticas, distinguidas y dotadas de excelente comida: así son las urbes francesas que elegimos para formar este top 5 tan chic. ¿Tú ya las conoces?

Foto por Sladjana Karvounis en Unsplash

París
La Ciudad Luz no podía quedar fuera del conteo, pues en ella confluyen toda la sofisticación de la cultura y la gastronomía francesas. Ninguna visita a París está completa sin una parada en el Centre Pompidou, dedicado a exponer obras de artistas contemporáneos; tampoco puede faltar una caminata por el barrio bohemio de Monmartre o por el refinado Le Marais, colmado de jardines y palacetes. Desde luego, están los imprescindibles, Museo de Louvre, el Arco del Triunfo, la Place de la Concorde, el Palacio de Orsay y la celebérrima torre diseñada por Gustave Eiffel.

Burdeos
Esta ciudad al occidente de Francia es considerada la «capital mundial del vino» debido a las múltiples bodegas y viñedos (identificados aquí como châteaux) localizados en sus proximidades, así como por los wine bars y restaurantes de alcurnia de su zona metropolitana. Además de disfrutar excelente comida y bebidas, Burdeos es también famosa por los elegantes palacios de su casco histórico, construidos de acuerdo a un estilo autóctono conocido como Haussmann. ¿Eres fanático de las artes plásticos? Entonces estás de suerte, pues algunos de los museos y galerías más renombradas de Francia se ubican aquí, como el Museo de Bellas Artes y el de Artes Decorativas.

Foto por Hugues de BUYER-MIMEURE en Unsplash

Marsella
Localizada al sur del país, sobre la costa Mediterránea, se trata de la segunda ciudad más importante de Francia y una de las más cosmopolitas de la región, pues sus habitantes provienen de diversas partes de Asia, África y Europa. Quizá debido a lo anterior, Marsella es considerada una ciudad amigable, cálida y hospitalaria, más parecida en temperamento a Italia o España. Su delicia icónica: la sopa de cebolla o bouillabaisse, aunque también sus platillos con pescado son excelentes. Si tu rollo es más cultural, date un paseo por el Vieux Port y contempla sus edificios avejentados, su bullicio y la llegada de las embarcaciones; luego puedes dirigirte a Notre Dame de la Garde para obtener una privilegiada vista desde la cumbre donde se localiza.

Lyon
Los habitantes de Lyon están muy orgullosos de su antiquísima historia (incluso fue capital de Galia durante el periodo romano) y de su gastronomía regional, una de las más celebradas de Francia. Comprueba lo anterior visitando un gouchon, un tipo de restaurante donde encontrarás especialidades como la andouillette (un condimentado embutido de cerdo), platos con pato o postres famosos como la tarta praline —todo elaborado de forma tradicional y a precios más o menos accesibles. En cuanto al arte y la cultura, donde mejor quedan representados es en la bonita plaza Bellecour, en el viejo puerto del río Ródano, así como en las ruinas romanas que aún quedan en pie.

Foto por Callum Galloway en Unsplash

Niza
Su nombre evoca lujo y pomposidad, pues durante décadas fue el sitio donde vacacionaban los ricos y famosos del mundo. Cuando la visites intenta no atestar tu agenda con actividades, pues no hay nada mejor en Niza que reposar en sus playas sobre la Costa Azul, dejarse ver por la costanera del Paseo de los Ingleses o ver las horas pasar sobre algún restaurante de la bahía. Si de plano tus ansias exploradoras son indomables, busca en el mapa el museo de Marc Chagall y descubre cómo la ciudad inspiró su obra. Ya por la tarde, sube a la Colline du Châteu para disfrutar los atardeceres dorados del Mediterráneo.

 

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